Ignacio Ondargáin
NACIONALSOCIALISMO. Historia y Mitos
CAPÍTULO IV
(Texto revisado en diciembre de 2006)
2- Las migraciones arias
Los filósofos e investigadores nacionalsocialistas identifican la swástika o esvástica como el signo de reconocimiento de los arios, siendo además el signo del Sol Negro espiritual y del Origen. Los arios representaron la swástica allá por donde pasaron en su marcha a través del mundo, lo cual , según Alfred Rosenberg, “demuestra que las partes más diversas del mundo antiguo fueron colonizadas por la raza nórdica”.
De esta forma, los arios, en tanto que se alejaban de su lugar de origen, iban llevando su civilización a las diversas partes del mundo, instalándose y levantando imperios. Pero la consecuencia de esto era la pérdida de la pureza racial original, al mezclarse con las razas “hombre-animal” que hallaban y se les agregaban en las regiones meridionales. Los primeros arios tras la desaparición de la Hiperbórea polar, los hiperbóreos que se salvan de la catástrofe, emigran con la swástika dextrógira, en dirección del Gobi, tierra verde, de grandes bosques, en aquel entonces, y allí fundan una gran civilización, cuyos restos aún podrían encontrarse bajo las estepas y las arenas de los desiertos del Asia central. Esta civilización también desaparece. Miguel Serrano dice que pudo ser debido a causa de una explosión atómica. A esta catástrofe se estaría refiriendo la historia bíblica de la mujer de Lot y la Estatua de Sal. Según el profesor Hermann Wirth, la gran emigración del Gobi de los pueblos Aryo-Godos que logran salvarse de la catástrofe que ha transformado en un árido desierto a esas regiones (actual desierto del Gobi, entre China y Mongolia), ha sido robada y falseada por el judío, que sería una tribu o infra-casta de parias que se mantendría parasitando en la periferia de ese éxodo. Se apropiaría así el judío del mito y la leyenda (las 12 Tribus, “los Cuarenta Años de peregrinación en el Desierto”, etcétera) traspolando los acontecimientos a los desiertos del Sinaí y tierras de Palestina, donde al final arribarían, como un grupo o tribu de indeseables. Se dice que habría un manuscrito que explicaría esta historia que, según Miguel Serrano, puede conservarse en una sinagoga o en los mismos subterráneos del Vaticano. De aquella antigua migración aria en Asia aún perduran leyendas y conocimientos secretos como los que anteriormente nos referíamos a los templos del Tíbet anterior a la invasión marxista. Los arios que más cerca permanecieron del origen fueron aquellos que se establecieron en Escandinavia. Allí, su pureza perduró con mucha más firmeza que en el resto de los lugares que los arios colonizaran. Esta patria nórdica posterior a la pérdida de Hiperbórea, Escandinavia, será el origen de las últimas migraciones de arios hacia regiones más meridionales de Europa y Asia cercana. Así, desde Escandinavia, migrarán los descendientes de los arios que vendrán a civilizar Troya, el Hélade y posteriormente Alba Longa, los creadores del Imperio de Roma.
Los fundadores de las civilizaciones del Asia eran gente de raza aria. Un ejemplo es Irán (“Arián”), que toma su nombre de sus antiguos conquistadores originales. Hasta 1979, el Shah era el “Señor de los Arios”. No es necesario aclarar el origen de la civilización de la India, la cual es fundada y civilizada por los arios provenientes del norte. También se sabe que hacia el Siglo I D.C. el noroeste de China era habitado por gente de raza blanca o “caucásica” que hablaba un idioma llamado tochario. A principios del siglo XX, arqueólogos alemanes y franceses que excavaron en las provincias del noroeste chino descubrieron los grandes parecidos entre esta lengua supuestamente aislada y los idiomas germánicos y celtas. Recientes excavaciones en la provincia de Xinjiang han descubierto cuerpos momificados de gente que vivió hace entre 4000 y 2400 años. Los cuerpos habían sido preservados increiblemente bien y de acuerdo al New York Times, “…los arqueólogos apenas podían creer lo que veían…”. Las momias tenían narices largas al igual que los cráneos, pelo rubio o rojizo, labios finos y otros rasgos inconfundiblemente arios. Una momia de una joven adolescente de pelo rubio se ha convertido en una atracción para turistas. Aparentemente era una princesa de hace unos 3.000 años ya que fue envuelta en ropas bordadas de lana y cuero junto con bellas joyas, jarros y ornamentos de oro, plata y jade. El Dr. Víctor H. Mair de la Universidad de Pensilvania dijo: “Debido a que los cuerpos encontrados son sin duda de la familia indoeuropea y porque datan de un periodo lo suficientemente antiguo como para tener relación con la expansión de los indoeuropeos desde su lugar de origen, jugarán un papel crucial en la determinación del mismo (el lugar de origen)”.
Hacia el año 1167 de nuestra era, nace de la tribu de los Kiyad un niño que será llamado Temujin, en el ámbito geográfico por donde discurre el río Onon, al nordeste de Ulaan Baatar (actual capital de Mongolia), esto es, en el extremo oriente de Asia, al norte de China. Su tribu provenía de una unión entre turcos e iranios y, en contra de lo que pueda parecer, no eran parientes ni de lejos de los chinos, sus ancestrales enemigos. Temujin era de pelo rojizo, tez blanca, de raza blanca y ojos verdes grisáceos. En 1206, tras años de duras y sangrientas batallas fraticidas, Temujin y sus hombres salieron victoriosos. El siglo XIII había hecho acto de presencia y era el momento propicio para que todos asumieran los designios de un gran Khan. De esta forma, en 1206 fue convocada la “kurultai” o asamblea de notables mongoles. En ella abandonó su nombre Temujin para asumir el de Gengis Khan, fundador del imperio más extenso de la historia. El Khan era un eugenésico que mejoraba los genes de su horda al emparejar a sus guerreros con las mejores mujeres apresadas. La SS, conocedora de que el propio Gengis Khan (quien llevaba una esvástica en su sello) y sus élites no eran de raza mongólica sino descendientes de antiguos atlantes, realizó una edición especial en un sólo volumen de un libro sobre el caudillo mongol para sus tropas. El mismo Hitler admiraba el genio organizador de Gengis Khan y en una ocasión afirmó que “¡Si Gengis Khan fue realmente el gran hombre que la historia nos muestra, entonces es que era ario!”
Todo esto nos indicaría la presencia de la raza blanca en número importante hasta en el extremo oriente de Asia, especialmente a la cabeza de las grandes civilizaciones. En la actualidad, los ainos, pueblo de raza blanca, aún permanecen en varios miles de individuos en las islas de Yeso (Japón), mitad Sur de Sajalín y algunas de las Kuriles (Rusia), en el Océano Pacífico. Los ainos habitaban las actuales islas del Japón antes que los mongólicos. De hecho, en la raza del Japón actual, aún pueden apreciarse rasgos raciales que indican alguna mezcla con esta raza blanca. Según Charroux, los “gigantes” hiperbóreos tendrían actualmente una descendencia en los “sumotori” (luchadores de sumo) que, en el Japón son personajes sumamente populares, situados en la jerarquía inmediatamente después de los dioses y el emperador. El historiador Pierre Darcourt cree que “al comienzo los sumotori se reclutaban entre los gigantes aínos de piel clara. Los aínos, como decimos, son blancos, protocaucasianos, que habrían emigrado a través de Siberia. Su dios “Kamu” englobaba el sol, el viento, el océano y el oso. Estos montañeses, contrariamente a los mongólicos, son velludos, de piel sonrosada y poderosos, bebedores de alcohol caliente, eran formidables luchadores...”. Los demás japoneses, de tez cobriza, serían originarios de las islas polinesias, de Malasia y sur de China. En el proceso de decadencia, los aínos habrían sido vencidos. “Los mongólicos –prosigue Darcourt– se llevaron hacia el sur a las bellas mujeres blancas de sus adversarios y de su unión nacieron mestizos asiáticos que se convirtieron en los primeros guardias de corps del emperador”.
Hitler afirma que “el ario es el Prometeo de la humanidad” y, según la cosmovisión nacionalsocialista, esta raza ha llevado la civilización hasta los lugares más remotos de la Tierra, desde Europa hasta el Asia, África o la misma América de los tiempos “pre-colombinos”. Todavía hoy en día, podemos ver esculpido el rostro del ario en lugares tan remotos como las estatuas megalíticas de la isla de Pascua. En la misma África, las ruinas de “Zimbawe”, construcciones de piedra que nunca construyeron negros, fueron edificadas por gentes, de las cuales ya se ha perdido la memoria. En Norteamérica, hallamos también numerosos restos de la presencia de arios, como entre los indios Mandan, en Missouri, los megalitos de estilo celta y torres redondas en Nueva Inglaterra, las ruinas vikingas en L’anse Aux Meadow (Newfoundland), las inscripciones rúnicas en Dighton Rock, Conecticut y en Minesotta.
En todo el área de Centro y Sud América, hallamos leyendas referentes a “dioses blancos” a las que ya nos hemos referido en el primer capítulo, leyendas que tienen un fundamento real y basado en hechos históricos positivos. Y es que la presencia de hombres de raza blanca en América con anterioridad a la llegada de los españoles está documentada en las mismas crónicas de los conquistadores españoles, quienes se encontraron en su “descubrimiento” con individuos y pueblos enteros de raza blanca, y es aún observable en diversas regiones “indígenas”, como por ejemplo, en la región andina peruana de Chachapoyas. En esta región montañosa situada en las fuentes del Amazonas, sobre la enorme selva americana, a más de 2.000 metros de altitud sobre el nivel del mar, libre ya de los terribles calores y mosquitos tropicales, en un ambiente fresco y verde, en la actualidad existen aún lo que se conocen como “gringoitos”, personas de rasgos europeos, cabellos rubios, que no provienen de colonos europeos, sino que su presencia en la región está documentada como anterior a la conquista española. Ya los conquistadores españoles hicieron mención en sus crónicas a estos blancos de Chachapoyas, y especialmente a la belleza de sus mujeres. En una crónica se cita el nacimiento de un niño al que los chachapoyas consideraban como hijo de los dioses, por ser tan rubio y tan blanco que aun era difícil encontrarlos así en la misma Europa. Los españoles que conquistan América definen a los chachapoyas blancos, rubios y de elevada estatura, por lo general, un palmo más que los mismos españoles. Los chachapoyas blancos recordaban la memoria de que sus antepasados provenían del este. Al este de Chachapoyas está la región selvática del Amazonas y más allá el Atlántico. Entre las representaciones que han quedado escritas en diversos edificios, podemos ver dibujos y figuras representaciones de barcos de grandes proporciones, lo que nos da a entender que los primeros chachapoyas, bien podían haber llegado desde Europa a América vía marítima. Siguiendo las corrientes oceánicas, desde el oeste de África habrían llegado hasta las costas de Sud América, para, remontando el curso del río Amazonas en barco, finalmente instalarse en las más frescas regiones andinas, evitando el calor tropical. Los chachapoyas eran temidos guerreros. Utilizaban como arma hondas idénticas a las de los antiguos habitantes de las islas Baleares. Eran maestros en el arte de la trepanación del cráneo, para aliviar la presión craneal, al igual que los celtas. También coinciden con los celtas en que coleccionaban cabezas cortadas de sus enemigos. Construían casas de piedra redondas, con un diámetro de entre 7 y 9 metros, casas idénticas a las celtas. Todavía hoy pueden verse las ruinas de las murallas de su imperio, muros enormes en elevaciones montañosas que recuerdan fortalezas europeas. Unas esculturas de rasgos indoeuropeos que impasibles observan el horizonte, halladas entre barrancos en las montañas, son muy similares a las que encontramos más hacia el oeste, en el Océano Pacífico, en la isla de Pascua. Cuando el conquistador español Orellana, remontando el río Amazonas, llegó a las inmediaciones de la actual Manaos, los indios de la región le hablaban de unos hombres blancos, altos y rubios que vivían en ciudades más allá de la selva y que guardaban tesoros inmensos. Más adelante, los conquistadores españoles, se encontraron con una delegación de 4 hombres blancos rubios y altos, bien vestidos y de formas educadas, quienes preguntaron a los españoles sobre la intención que tenían. Los españoles les dijeron que buscaban convertir la región al cristianismo y someterles a la corona de Castilla. Se despidieron y nunca más volvieron a encontrarlos. ¿Podían haber sido unos enviados chachapoyas, o tal vez de algún otro centro poblado por blancos?. ¿Cuál es el origen de los primeros chachapoyas blancos que llegaron a América mucho antes de la llegada de los españoles?. ¿Qué hacían en aquella región?. Si nos centramos en los actuales descendientes de los chachapoyas blancos, vemos cómo entre ellos predominan aún rasgos raciales nórdicos, cabellos rubios, ojos claros, piel blanca rosada o pecosa, pese a que el mestizaje amerindio se halle muy introducido. Si bien, ateniéndonos a la historia oficial, nos puede parecer un misterio, esto nos demuestra que América fue conocida y habitada de muy antiguo por pueblos arios, quienes, tal vez, fueron los descendientes de los “dioses blancos” creadores de los antiguos imperios.
Séis siglos antes de Cristo, surge en el norte ario de la India el budismo. Según diversos estudiosos afines al nacionalsocialismo y al fascismo, como el mismo Julius Évola, en su forma más pura, quitando las impurezas culturales mestizas que ha sufrido con posterioridad, Buda fue un “iluminado”, un “ariya” que respondía al nombre de Siddharta, un hombre de raza aria que se mantuvo fiel al código de honor y lealtad de los antiguos hiperbóreos que antaño habitaban Thule, y que vino a denunciar la creciente degeneración y bastardización del brahmanismo de su época. El barón Julius Évola, investigador del budismo, nos dice que este, en su forma original, es de espíritu puramente ario y de una visión anterior a la humanidad actual. ( “La Doctrina del Despertar. El budismo y su finalidad práctica”. Editorial Grijalbo, SA.).
Como vemos, es indiscutible que las semillas de la ideología nacionalsocialista tienen su origen, además de en los antiguos mitos y relatos nórdicos, en las lejanas tierras del Asia (donde se hallan numerosas swástikas que allí se encuentran desde hace miles de años) y en las civilizaciones mágicas de la antigüedad. Es más, según la interpretación nacionalsocialista del budismo, éste propondría una clara división entre los arios (“iluminados”) y las otras razas, incapaces por sí mismas de alcanzar la verdadera sabiduría y el conocimiento. Según el nacionalsocialismo, al tomar medidas contra la mezcla racial, se estaba preservando la pureza espiritual, y en consecuencia se estaba frenando la degradación humana.
NACIONALSOCIALISMO. Historia y Mitos
CAPÍTULO IV
(Texto revisado en diciembre de 2006)
LA GRAN TRADICIÓN HIPERBÓREA
2- Las migraciones arias
Los filósofos e investigadores nacionalsocialistas identifican la swástika o esvástica como el signo de reconocimiento de los arios, siendo además el signo del Sol Negro espiritual y del Origen. Los arios representaron la swástica allá por donde pasaron en su marcha a través del mundo, lo cual , según Alfred Rosenberg, “demuestra que las partes más diversas del mundo antiguo fueron colonizadas por la raza nórdica”.
De esta forma, los arios, en tanto que se alejaban de su lugar de origen, iban llevando su civilización a las diversas partes del mundo, instalándose y levantando imperios. Pero la consecuencia de esto era la pérdida de la pureza racial original, al mezclarse con las razas “hombre-animal” que hallaban y se les agregaban en las regiones meridionales. Los primeros arios tras la desaparición de la Hiperbórea polar, los hiperbóreos que se salvan de la catástrofe, emigran con la swástika dextrógira, en dirección del Gobi, tierra verde, de grandes bosques, en aquel entonces, y allí fundan una gran civilización, cuyos restos aún podrían encontrarse bajo las estepas y las arenas de los desiertos del Asia central. Esta civilización también desaparece. Miguel Serrano dice que pudo ser debido a causa de una explosión atómica. A esta catástrofe se estaría refiriendo la historia bíblica de la mujer de Lot y la Estatua de Sal. Según el profesor Hermann Wirth, la gran emigración del Gobi de los pueblos Aryo-Godos que logran salvarse de la catástrofe que ha transformado en un árido desierto a esas regiones (actual desierto del Gobi, entre China y Mongolia), ha sido robada y falseada por el judío, que sería una tribu o infra-casta de parias que se mantendría parasitando en la periferia de ese éxodo. Se apropiaría así el judío del mito y la leyenda (las 12 Tribus, “los Cuarenta Años de peregrinación en el Desierto”, etcétera) traspolando los acontecimientos a los desiertos del Sinaí y tierras de Palestina, donde al final arribarían, como un grupo o tribu de indeseables. Se dice que habría un manuscrito que explicaría esta historia que, según Miguel Serrano, puede conservarse en una sinagoga o en los mismos subterráneos del Vaticano. De aquella antigua migración aria en Asia aún perduran leyendas y conocimientos secretos como los que anteriormente nos referíamos a los templos del Tíbet anterior a la invasión marxista. Los arios que más cerca permanecieron del origen fueron aquellos que se establecieron en Escandinavia. Allí, su pureza perduró con mucha más firmeza que en el resto de los lugares que los arios colonizaran. Esta patria nórdica posterior a la pérdida de Hiperbórea, Escandinavia, será el origen de las últimas migraciones de arios hacia regiones más meridionales de Europa y Asia cercana. Así, desde Escandinavia, migrarán los descendientes de los arios que vendrán a civilizar Troya, el Hélade y posteriormente Alba Longa, los creadores del Imperio de Roma.
Los fundadores de las civilizaciones del Asia eran gente de raza aria. Un ejemplo es Irán (“Arián”), que toma su nombre de sus antiguos conquistadores originales. Hasta 1979, el Shah era el “Señor de los Arios”. No es necesario aclarar el origen de la civilización de la India, la cual es fundada y civilizada por los arios provenientes del norte. También se sabe que hacia el Siglo I D.C. el noroeste de China era habitado por gente de raza blanca o “caucásica” que hablaba un idioma llamado tochario. A principios del siglo XX, arqueólogos alemanes y franceses que excavaron en las provincias del noroeste chino descubrieron los grandes parecidos entre esta lengua supuestamente aislada y los idiomas germánicos y celtas. Recientes excavaciones en la provincia de Xinjiang han descubierto cuerpos momificados de gente que vivió hace entre 4000 y 2400 años. Los cuerpos habían sido preservados increiblemente bien y de acuerdo al New York Times, “…los arqueólogos apenas podían creer lo que veían…”. Las momias tenían narices largas al igual que los cráneos, pelo rubio o rojizo, labios finos y otros rasgos inconfundiblemente arios. Una momia de una joven adolescente de pelo rubio se ha convertido en una atracción para turistas. Aparentemente era una princesa de hace unos 3.000 años ya que fue envuelta en ropas bordadas de lana y cuero junto con bellas joyas, jarros y ornamentos de oro, plata y jade. El Dr. Víctor H. Mair de la Universidad de Pensilvania dijo: “Debido a que los cuerpos encontrados son sin duda de la familia indoeuropea y porque datan de un periodo lo suficientemente antiguo como para tener relación con la expansión de los indoeuropeos desde su lugar de origen, jugarán un papel crucial en la determinación del mismo (el lugar de origen)”.
Hacia el año 1167 de nuestra era, nace de la tribu de los Kiyad un niño que será llamado Temujin, en el ámbito geográfico por donde discurre el río Onon, al nordeste de Ulaan Baatar (actual capital de Mongolia), esto es, en el extremo oriente de Asia, al norte de China. Su tribu provenía de una unión entre turcos e iranios y, en contra de lo que pueda parecer, no eran parientes ni de lejos de los chinos, sus ancestrales enemigos. Temujin era de pelo rojizo, tez blanca, de raza blanca y ojos verdes grisáceos. En 1206, tras años de duras y sangrientas batallas fraticidas, Temujin y sus hombres salieron victoriosos. El siglo XIII había hecho acto de presencia y era el momento propicio para que todos asumieran los designios de un gran Khan. De esta forma, en 1206 fue convocada la “kurultai” o asamblea de notables mongoles. En ella abandonó su nombre Temujin para asumir el de Gengis Khan, fundador del imperio más extenso de la historia. El Khan era un eugenésico que mejoraba los genes de su horda al emparejar a sus guerreros con las mejores mujeres apresadas. La SS, conocedora de que el propio Gengis Khan (quien llevaba una esvástica en su sello) y sus élites no eran de raza mongólica sino descendientes de antiguos atlantes, realizó una edición especial en un sólo volumen de un libro sobre el caudillo mongol para sus tropas. El mismo Hitler admiraba el genio organizador de Gengis Khan y en una ocasión afirmó que “¡Si Gengis Khan fue realmente el gran hombre que la historia nos muestra, entonces es que era ario!”
Todo esto nos indicaría la presencia de la raza blanca en número importante hasta en el extremo oriente de Asia, especialmente a la cabeza de las grandes civilizaciones. En la actualidad, los ainos, pueblo de raza blanca, aún permanecen en varios miles de individuos en las islas de Yeso (Japón), mitad Sur de Sajalín y algunas de las Kuriles (Rusia), en el Océano Pacífico. Los ainos habitaban las actuales islas del Japón antes que los mongólicos. De hecho, en la raza del Japón actual, aún pueden apreciarse rasgos raciales que indican alguna mezcla con esta raza blanca. Según Charroux, los “gigantes” hiperbóreos tendrían actualmente una descendencia en los “sumotori” (luchadores de sumo) que, en el Japón son personajes sumamente populares, situados en la jerarquía inmediatamente después de los dioses y el emperador. El historiador Pierre Darcourt cree que “al comienzo los sumotori se reclutaban entre los gigantes aínos de piel clara. Los aínos, como decimos, son blancos, protocaucasianos, que habrían emigrado a través de Siberia. Su dios “Kamu” englobaba el sol, el viento, el océano y el oso. Estos montañeses, contrariamente a los mongólicos, son velludos, de piel sonrosada y poderosos, bebedores de alcohol caliente, eran formidables luchadores...”. Los demás japoneses, de tez cobriza, serían originarios de las islas polinesias, de Malasia y sur de China. En el proceso de decadencia, los aínos habrían sido vencidos. “Los mongólicos –prosigue Darcourt– se llevaron hacia el sur a las bellas mujeres blancas de sus adversarios y de su unión nacieron mestizos asiáticos que se convirtieron en los primeros guardias de corps del emperador”.
Hitler afirma que “el ario es el Prometeo de la humanidad” y, según la cosmovisión nacionalsocialista, esta raza ha llevado la civilización hasta los lugares más remotos de la Tierra, desde Europa hasta el Asia, África o la misma América de los tiempos “pre-colombinos”. Todavía hoy en día, podemos ver esculpido el rostro del ario en lugares tan remotos como las estatuas megalíticas de la isla de Pascua. En la misma África, las ruinas de “Zimbawe”, construcciones de piedra que nunca construyeron negros, fueron edificadas por gentes, de las cuales ya se ha perdido la memoria. En Norteamérica, hallamos también numerosos restos de la presencia de arios, como entre los indios Mandan, en Missouri, los megalitos de estilo celta y torres redondas en Nueva Inglaterra, las ruinas vikingas en L’anse Aux Meadow (Newfoundland), las inscripciones rúnicas en Dighton Rock, Conecticut y en Minesotta.
En todo el área de Centro y Sud América, hallamos leyendas referentes a “dioses blancos” a las que ya nos hemos referido en el primer capítulo, leyendas que tienen un fundamento real y basado en hechos históricos positivos. Y es que la presencia de hombres de raza blanca en América con anterioridad a la llegada de los españoles está documentada en las mismas crónicas de los conquistadores españoles, quienes se encontraron en su “descubrimiento” con individuos y pueblos enteros de raza blanca, y es aún observable en diversas regiones “indígenas”, como por ejemplo, en la región andina peruana de Chachapoyas. En esta región montañosa situada en las fuentes del Amazonas, sobre la enorme selva americana, a más de 2.000 metros de altitud sobre el nivel del mar, libre ya de los terribles calores y mosquitos tropicales, en un ambiente fresco y verde, en la actualidad existen aún lo que se conocen como “gringoitos”, personas de rasgos europeos, cabellos rubios, que no provienen de colonos europeos, sino que su presencia en la región está documentada como anterior a la conquista española. Ya los conquistadores españoles hicieron mención en sus crónicas a estos blancos de Chachapoyas, y especialmente a la belleza de sus mujeres. En una crónica se cita el nacimiento de un niño al que los chachapoyas consideraban como hijo de los dioses, por ser tan rubio y tan blanco que aun era difícil encontrarlos así en la misma Europa. Los españoles que conquistan América definen a los chachapoyas blancos, rubios y de elevada estatura, por lo general, un palmo más que los mismos españoles. Los chachapoyas blancos recordaban la memoria de que sus antepasados provenían del este. Al este de Chachapoyas está la región selvática del Amazonas y más allá el Atlántico. Entre las representaciones que han quedado escritas en diversos edificios, podemos ver dibujos y figuras representaciones de barcos de grandes proporciones, lo que nos da a entender que los primeros chachapoyas, bien podían haber llegado desde Europa a América vía marítima. Siguiendo las corrientes oceánicas, desde el oeste de África habrían llegado hasta las costas de Sud América, para, remontando el curso del río Amazonas en barco, finalmente instalarse en las más frescas regiones andinas, evitando el calor tropical. Los chachapoyas eran temidos guerreros. Utilizaban como arma hondas idénticas a las de los antiguos habitantes de las islas Baleares. Eran maestros en el arte de la trepanación del cráneo, para aliviar la presión craneal, al igual que los celtas. También coinciden con los celtas en que coleccionaban cabezas cortadas de sus enemigos. Construían casas de piedra redondas, con un diámetro de entre 7 y 9 metros, casas idénticas a las celtas. Todavía hoy pueden verse las ruinas de las murallas de su imperio, muros enormes en elevaciones montañosas que recuerdan fortalezas europeas. Unas esculturas de rasgos indoeuropeos que impasibles observan el horizonte, halladas entre barrancos en las montañas, son muy similares a las que encontramos más hacia el oeste, en el Océano Pacífico, en la isla de Pascua. Cuando el conquistador español Orellana, remontando el río Amazonas, llegó a las inmediaciones de la actual Manaos, los indios de la región le hablaban de unos hombres blancos, altos y rubios que vivían en ciudades más allá de la selva y que guardaban tesoros inmensos. Más adelante, los conquistadores españoles, se encontraron con una delegación de 4 hombres blancos rubios y altos, bien vestidos y de formas educadas, quienes preguntaron a los españoles sobre la intención que tenían. Los españoles les dijeron que buscaban convertir la región al cristianismo y someterles a la corona de Castilla. Se despidieron y nunca más volvieron a encontrarlos. ¿Podían haber sido unos enviados chachapoyas, o tal vez de algún otro centro poblado por blancos?. ¿Cuál es el origen de los primeros chachapoyas blancos que llegaron a América mucho antes de la llegada de los españoles?. ¿Qué hacían en aquella región?. Si nos centramos en los actuales descendientes de los chachapoyas blancos, vemos cómo entre ellos predominan aún rasgos raciales nórdicos, cabellos rubios, ojos claros, piel blanca rosada o pecosa, pese a que el mestizaje amerindio se halle muy introducido. Si bien, ateniéndonos a la historia oficial, nos puede parecer un misterio, esto nos demuestra que América fue conocida y habitada de muy antiguo por pueblos arios, quienes, tal vez, fueron los descendientes de los “dioses blancos” creadores de los antiguos imperios.
Séis siglos antes de Cristo, surge en el norte ario de la India el budismo. Según diversos estudiosos afines al nacionalsocialismo y al fascismo, como el mismo Julius Évola, en su forma más pura, quitando las impurezas culturales mestizas que ha sufrido con posterioridad, Buda fue un “iluminado”, un “ariya” que respondía al nombre de Siddharta, un hombre de raza aria que se mantuvo fiel al código de honor y lealtad de los antiguos hiperbóreos que antaño habitaban Thule, y que vino a denunciar la creciente degeneración y bastardización del brahmanismo de su época. El barón Julius Évola, investigador del budismo, nos dice que este, en su forma original, es de espíritu puramente ario y de una visión anterior a la humanidad actual. ( “La Doctrina del Despertar. El budismo y su finalidad práctica”. Editorial Grijalbo, SA.).
Como vemos, es indiscutible que las semillas de la ideología nacionalsocialista tienen su origen, además de en los antiguos mitos y relatos nórdicos, en las lejanas tierras del Asia (donde se hallan numerosas swástikas que allí se encuentran desde hace miles de años) y en las civilizaciones mágicas de la antigüedad. Es más, según la interpretación nacionalsocialista del budismo, éste propondría una clara división entre los arios (“iluminados”) y las otras razas, incapaces por sí mismas de alcanzar la verdadera sabiduría y el conocimiento. Según el nacionalsocialismo, al tomar medidas contra la mezcla racial, se estaba preservando la pureza espiritual, y en consecuencia se estaba frenando la degradación humana.
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